Maskachkanin – Estoy buscando

Fotoreportaje:

“Maskachkanin” (“Estoy buscando”) solían decir en quechua los familiares de los desaparecidos cuando iban a vertederos y otros lugares donde sospechaban que podían hallarse los cuerpos de sus seres queridos. Durante el conflicto armado interno en Perú (1980-2000), más de 20.000 personas fueron víctimas de desaparición forzada. Este reportaje fotográfico muestra y explica las distintas fases de registro, exhumación, identificación, restitución de restos a los familiares y entierro de los desaparecidos. La mayoría de las fotos que se muestran fueron tomadas en el distrito de Chungui y Oronccoy, en el departamento de Ayacucho, el más afectado por la violencia.

Texto: Edilberto Jiménez Quispe, Priska Palacios, Sabrina Schopf, 16 de diciembre de 2021
Fotos: Edilberto Jiménez Quispe, Priska Palacios, Murat Tebatebai

Durante el conflicto armado interno que sufrió Perú (1980-2000), Ayacucho fue el departamento más afectado por la violencia. En 1980, una escisión de inspiración maoísta del Partido Comunista Peruano, que se había autoproclamado „Sendero Luminoso“, inició la insurgencia con el objetivo de destruir el Estado y el orden social mediante su denominada guerra popular.

A finales de 1982, el gobierno peruano declaró el estado de emergencia e instaló un comando político-militar en Ayacucho. Se establecieron bases militares por todo el departamento y se creó un amplio sistema de inteligencia. Como parte de su lucha contrasubversiva, el ejército organizó numerosos comités de autodefensa. La población fue sometida a violaciones masivas de derechos humanos. Masacres, detenciones arbitrarias, torturas, ejecuciones y actos de venganza estaban a la orden del día. Miles de personas fueron víctimas de desaparición forzada.

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Conclusiones y recomendaciones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación

Tres años después del final del conflicto armado, la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR, 2001-2003) concluyó en su informe final que 69.280 personas fueron asesinadas o desaparecidas durante este periodo. Estimó que aproximadamente 7.400 personas fueron desaparecidas de manera forzada en todo Perú y que el Estado se sirvió de la desaparición forzada como mecanismo de lucha antisubversiva. La mayoría de las víctimas correspondía a población campesina o quechuahablante.

Desde la década de 1980, las familias buscan incansablemente a sus familiares desaparecidos. En algunos casos, han recibido apoyo y acompañamiento de organizaciones de derechos humanos. La CVR recomendó la creación de una Comisión Nacional de Personas Desaparecidas, así como la creación e implementación de un Plan Nacional de Investigaciones Antropológico-Forenses.

La búsqueda de personas desaparecidas

A raíz de las recomendaciones de la CVR, en 2003 se creó el llamado „Equipo Forense Especializado“ (EFE) en el Instituto de Medicina Legal de la Fiscalía. En el EFE trabajan especialistas de diversas disciplinas: medicina forense, antropología social, arqueología forense, antropología forense, odontología forense y fotografía forense. Además del EFE, por orden del Ministerio Público, las exhumaciones también pueden ser llevadas a cabo por la organización no gubernamental EPAF (Equipo Peruano de Antropología Forense). Además, a partir de 2004 fue creado a nivel nacional un subsistema de fiscalías penales supraprovinciales especializadas en terrorismo y derechos humanos. Su tarea consiste en investigar los casos de ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas con el objetivo de determinar responsabilidades y que los perpetradores rindan cuentas.

La búsqueda de personas desaparecidas es también una de las obligaciones legales de las autoridades investigadoras. Sin embargo, su trabajo se enfrenta a multitud de obstáculos. A la fiscalía, que a menudo está sobrecargada de casos, se le niega información relevante para el proceso, especialmente por parte de las fuerzas armadas y de la policía. En algunos casos, la fiscalía encargada del caso carece de la voluntad de investigar. En otros casos, simplemente no existen fondos disponibles, por ejemplo, para combustible o para la reparación de los vehículos que permitan viajar a las comunidades afectadas. Las duras condiciones geográficas, climáticas y de infraestructura en las que el Equipo Forense Especializado ha de realizar su trabajo representan igualmente un gran reto.

Todo el proceso de búsqueda de las personas desaparecidas tiene lugar en un contexto de post-conflicto. Se dan conflictos entre comunidades y entre personas. Estos conflictos tienen un impacto a largo plazo, al igual que los traumas individuales y colectivos. Debido a ello, y dada la limitada labor de la fiscalía, muchos actores promovieron que se implementara una búsqueda con enfoque humanitario que incorporara las recomendaciones de organismos internacionales. Entre tales actores, se encuentran asociaciones de familiares de personas desaparecidas, organizaciones de derechos humanos, la Defensoría del Pueblo y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). El objetivo es proporcionar a los familiares una respuesta sobre la suerte o paradero de las personas desaparecidas. Este enfoque pretende ser integral e incluye acompañamiento psicosocial, así como apoyo material y logístico. Se ha de contar con la participación activa de los familiares durante todo el proceso de búsqueda, identificación, restitución (devolución de los restos mortales a sus familiares) e inhumación (entierro). El enfoque humanitario puede ser independiente del trabajo de la fiscalía, pero también puede complementarlo.

A raíz de la aprobación en 2016 de la Ley de Búsqueda de Personas Desaparecidas durante el período de violencia 1980-2000, al año siguiente se creó la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas (DGBPD) con el fin de implementar dicho enfoque humanitario. La DGBPD administra el Registro Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas (RENADE). Esta base de datos centraliza, sistematiza y procesa la información sobre personas desaparecidas recopilada durante las últimas décadas, tanto por instituciones estatales como por organizaciones de la sociedad civil. Según el último informe de julio de 2021, el RENADE ha registrado un total de 21.918 personas desaparecidas, correspondiendo el 42% (9.205) de ellas al departamento de Ayacucho. Asimismo, se identificaron 4.961 sitios de entierro, el 82,9% de los cuales se encuentra igualmente en Ayacucho.

En este fotoreportaje se muestran y explican las diferentes fases de los procesos de exhumación: trabajos preparatorios, exhumación, identificación, restitución, traslados, actos de memoria e inhumación de las víctimas. La mayoría de las fotos fueron tomadas en el marco del proyecto Apoyo para la Paz, que se implementó con financiamiento del programa de la cooperación alemana Servicio Civil para la Paz (ZFD) en Ayacucho entre 2009 y 2016. En concreto, el fotoreportaje se centra en el distrito de Chungui, donde el equipo de Apoyo para la Paz trabajó durante varios años junto con el alcalde, administradores municipales y comunitarios y directores de escuela. Dados los conocimientos y contactos locales de que disponía el equipo de Apoyo para la Paz, la fiscalía le solicitó que acompañara al EFE durante los trabajos de exhumación.

Chungui: El distrito más afectado por la violencia

El distrito de Chungui se encuentra a una altura entre 800 y 4.800 metros sobre el nivel del mar y su paisaje está conformado por montañas, valles, desfiladeros, punas y selva tropical y nubosa. A día de hoy, Chungui sigue careciendo en gran medida de infraestructuras sociales y técnicas.

Los 220 km que separan la capital del distrito de la ciudad de Ayacucho todavía toman siete horas en vehículo privado. Dentro del distrito, se necesitan horas e incluso días de caminata para trasladarse de una comunidad a otra.

Se estima que, a principios de la década de 1980, 8.257 personas vivían en Chungui. Según la Comisión de la Verdad y Reconciliación, en 12 años Chungui perdió casi la mitad de su población. Según el RENADE, 703 personas – es decir, alrededor del 8,5% de la población – fueron víctimas de desaparición forzada en Chungui y se han registrado 320 sitios de entierro. El Equipo Forense Especializado ha exhumado hasta la fecha los restos de 502 personas en Chungui, de las cuales 349 han sido identificadas y 338 entregadas a sus familiares.

Ningún otro distrito de Perú se vio tan afectado por la violencia sistemática durante el conflicto armado interno como Chungui. En muchas ocasiones, la población participaba activamente en el conflicto y a menudo cambiaba de bando. Muchas personas son al mismo tiempo perpetradores y víctimas. Esta circunstancia complica aún más la situación y exige un trabajo muy sensible para conseguir que los comuneros y autoridades den su consentimiento y apoyo para llevar a cabo las exhumaciones.

A principios de la década de 1980, Sendero Luminoso ingresó en Chungui por dos zonas y declaró el distrito como „zona roja“. En respuesta, los militares establecieron cuarteles y organizaron comités de autodefensa. Por su forma en el mapa, las fuerzas armadas dieron al distrito de Chungui el nombre de Oreja de Perro, que aún se conserva.

Ilustración: Edilberto Jiménez Quispe

 

En la plaza central de la capital del distrito de Chungui se encontraba la casa comunal (en el centro de la foto). Aquí es donde los militares establecieron su cuartel y donde cientos de personas fueron torturadas y asesinadas. Muchos de los que fueron llevados allí no volvieron a ser vistos.

Toma de fichas antemorten

La búsqueda de las personas desaparecidas es un proceso largo y complejo en el que participan diversos actores: los familiares de los desaparecidos, los habitantes de las comunidades, los representantes políticos tradicionales y elegidos de las comunidades, diversas instituciones locales, regionales y nacionales, así como organizaciones de la sociedad civil.

En esta fase preliminar se registran las denominadas fichas ante mortem. Estas fichas contienen datos generales sobre la persona que proporciona la información, información sobre la persona desaparecida y sobre las circunstancias de su desaparición.

En primer lugar, los antropólogos sociales del EFE dialogan con los representantes de la comunidad. Éstos deben estar de acuerdo y apoyar el trabajo del equipo forense. De lo contrario, los trabajos de exhumación difícilmente podrán llevarse a cabo. Los representantes proporcionan información valiosa y crucial, así como acceso a las fosas comunes.

Un antropólogo social entrevista a familiares y testigos acerca de la persona desaparecida y los acontecimientos relacionados con su desaparición. Entre otros aspectos, se recoge la siguiente información: constitución física, características físicas e individuales, enfermedades o lesiones en vida, estado de la dentadura, información sobre la ropa que llevaba el día de la desaparición, qué personas estaban presentes, etc.

Preparación de los trabajos de exhumación

Tras el registro y evaluación de los datos ante mortem, tienen lugar dos pasos más antes de que puedan comenzar las exhumaciones propiamente dichas. En primer lugar, el Equipo Forense Especializado pide a los miembros de la comunidad que les indiquen dónde creen o recuerdan que pueden haber estado enterrados los cuerpos. A continuación, elaboran un resumen para planificar los trabajos de exhumación. En segundo lugar, después de que la fiscalía de Ayacucho haya programado las exhumaciones, el equipo forense viaja a las comunidades para tratar los detalles de las próximas exhumaciones con las autoridades y los familiares de los desaparecidos.

Un antropólogo forense registra un presunto sitio de entierro en el recinto de Chuschihuaycco, que le muestran dos familiares de una persona desaparecida. Chuschihuaycco era el cementerio clandestino del cuartel militar de la capital del distrito de Chungui.

Un antropólogo social se desplaza a la comunidad de Huallhua para informar de cuando se llevarán a cabo los trabajos de exhumación. Coordina el apoyo logístico de la comunidad, que debe, por ejemplo, proporcionar burros o caballos para transportar el equipo técnico y organizar el alojamiento y la comida del equipo forense. También es importante que los familiares u otros miembros de la comunidad ayuden en los trabajos de exhumación.

Exhumaciones

En esta fase del proceso intervienen las disciplinas de arqueología forense, odontología forense y fotografía forense. Las exhumaciones se realizan en presencia de un fiscal encargado del caso.

Los forenses se encuentran presentes hasta que finalice el trabajo de exhumación. Pasan la noche en lugares que les asigna la comunidad (por ejemplo, el salón comunitario) y que suelen carecer de infraestructura sanitaria o eléctrica. En algunos casos, no hay otra opción que almacenar los restos exhumados en la misma habitación que sirve de dormitorio.

La foto muestra los trabajos de exhumación en Huallhua, a 1.400 metros sobre el nivel del mar. El equipo forense trabaja en la excavación junto con los familiares en un clima cálido y húmedo. Un ayudante ha encendido un fuego para ahuyentar con el humo a los numerosos y molestos mosquitos. El trabajo es observado por una residente de la comunidad.

Toda la tierra que se extrae de la fosa es cribada, para no perder ningún resto de las víctimas o posibles pruebas que puedan dar cuenta de la responsabilidad de los perpetradores.

El arqueólogo forense mide la profundidad de la fosa. El registro tridimensional forma parte de la documentación arqueológica. Se entrega a la fiscalía junto con fotos, la descripción narrativa del estado de la fosa, los restos humanos y la ropa.

Tras descubrir los restos humanos, dos miembros del equipo guardan cuidadosamente los huesos de las distintas partes del cuerpo en bolsas de papel etiquetadas. Colocan las bolsas en una caja de cartón junto con la ropa de las respectivas víctimas para su transporte.

Transporte de los restos al Instituto de Medicina Legal

Los recursos disponibles en el lugar son escasos: a veces los restos humanos se guardan incluso en cajas de bizcocho de Navidad. Sin embargo, éste es solo el menor de los obstáculos. A muchas comunidades y lugares de exhumación solo se puede llegar a pie. A menudo hay que ascender a miles de metros de altitud por caminos de montaña estrechos y empinados. Solo después de horas y, a veces, días de caminata, se llega a los caminos por los que pueden transitar vehículos motorizados. Allí, las cajas y las herramientas se cargan en camionetas todoterreno para su posterior transporte.

Después de una larga y agotadora jornada de exhumación, los ayudantes tienen que llevar a cuestas los restos exhumados hasta Huallhua. En las mantas de colores que se aprecian detrás de ellos se encuentran las cajas con los restos exhumados. Los momentos de descanso son necesarios en el largo y arduo camino.

Tras finalizar el proceso de exhumación en una zona, los forenses se encargan de transportar los restos al Instituto de Medicina Legal de Ayacucho. Para los duros primeros tramos de la ruta, se suelen utilizar mulas o burros que llevan la carga y que se alquilan a los campesinos de la zona. Los animales y sus dueños no siempre están disponibles a la hora acordada.

Análisis e identificación de los restos exhumados

En el Instituto de Medicina Legal de Ayacucho, los restos exhumados son analizados de forma detallada y exhaustiva por un equipo multidisciplinar. El objetivo de los distintos exámenes de laboratorio es identificar los restos humanos y determinar las causas de muerte. En casos de violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, los restos exhumados y los objetos encontrados en el proceso se convierten en pruebas procesales.

En el caso de las exhumaciones llevadas a cabo en Oronccoy, las autoridades y los familiares se opusieron al traslado a Ayacucho de los restos exhumados. Los familiares querían evitar tener que viajar a Ayacucho para la restitución. El CICR habría cubierto sus gastos de viaje, pero durante los varios días que habrían estado fuera, habrían tenido que contratar con sus propios fondos a alguien que cuidara del ganado y cultivara su chacra. El Equipo Forense Especializado aceptó esta condición y realizó los análisis sobre el terreno lo mejor que pudo.

La zona de Oronccoy alberga el mayor número de fosas comunes y clandestinas de Chungui.

Los restos que aparecen en esta fotografía pertenecen a personas que habían sido encerradas en una casa en el paraje de Estacayoq. Les habían lanzado granadas y ráfagas de ametralladora. Luego, la casa fue incendiada. La fragmentación y la coloración negra de los restos así lo atestiguan. En la imagen, los huesos y restos se analizan minuciosamente en Oronccoy.

Las prendas y los objetos se reúnen cuidadosamente y se ponen a disposición de la población local. Con la exhibición de prendas y objetos se pretende que los familiares puedan reconocer los restos.

Los responsables del Instituto de Medicina Legal toman muestras de sangre a los familiares para identificar a ciencia cierta los restos mediante un examen científico del ADN.

Desde 2019, la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas gestiona una base de datos de ADN que almacena y procesa de forma centralizada la información genética de los familiares. De este modo, la base de datos seguirá permitiendo la identificación de personas desaparecidas en todo el país cuyos familiares cercanos hayan alcanzado entretanto una edad avanzada y no podrán completar su búsqueda en vida.

Exhibición de prendas

Muchas de las personas desaparecidas en el departamento de Ayacucho fueron detenidas arbitrariamente y llevadas al cuartel „Los Cabitos“ en la ciudad de Ayacucho. Solo unos pocos salieron vivos del cuartel. Entre 2005 y 2010, se exhumaron los restos de 109 personas en el antiguo campo de tiro de „La Hoyada“, que pertenecía al cuartel, y allí se encontró un número considerable de restos carbonizados que ya no pudieron ser identificados ni cuantificados. En el marco del proceso judicial „Los Cabitos 83“, la fiscalía decidió organizar una exhibición de las prendas exhumadas de las fosas con la esperanza de que los familiares las pudieran reconocer y así permitir la identificación de los restos exhumados.

La primera exhibición de prendas tuvo lugar en la propia ciudad de Ayacucho y se inauguró con una ceremonia oficial a la que asistieron representantes del Estado y de la sociedad civil. A partir de 2012, las exhibiciones se realizaron en diferentes distritos y provincias de Ayacucho – acompañadas por asociaciones de afectados y organizaciones de derechos humanos. Los empleados del Instituto de Medicina Legal y del Ministerio Público se encontraban presentes para responder a cualquier duda.

Una señora reconoce la ropa de su familiar desaparecido en la exhibición de prendas realizada en Huanta.

Por desgracia, esto no significa que su búsqueda haya terminado. Una de las tácticas de los militares consistía en obligar a los detenidos a intercambiar su ropa antes de ser asesinados. Esta circunstancia dificulta la identificación en la actualidad.

Muchas de las prendas exhumadas en „La Hoyada“ presentan manchas blancas por el uso de cal viva.
Según el fiscal encargado del caso, los soldados vertieron cal sobre los cuerpos de las personas asesinadas para acelerar su descomposición y dañar el ADN. Con esta práctica se pretendía dificultar la posible identificación. Este procedimiento es habitual en casos de desaparición forzada y también se ha dado en otros países.

Restitución y actos de memoria

Tras la identificación en el Instituto de Medicina Legal, el Ministerio Público entrega los restos humanos a sus familiares en pequeños ataúdes blancos. Las siguientes fotos tomadas en enero de 2013 corresponden a una de las mayores restituciones en Perú hasta la fecha y que conllevó la entrega de 70 cuerpos exhumados. Para el acto oficial en el recinto del Ministerio Público en Ayacucho, viajaron desde Lima representantes del Ministerio de Justicia, del Ministerio Público, de la CMAN (institución encargada de indemnizar a las víctimas) y de diversas organizaciones de la sociedad civil. En las semanas previas, varias organizaciones de derechos humanos, asociaciones de afectados, instituciones municipales y el CICR se coordinaron en Ayacucho para brindar apoyo logístico y emocional a los varios cientos de familiares. Este apoyo incluyó apoyo psicosocial, arreglos florales para los ataúdes, alojamiento, comida, una misa conmemorativa en la catedral, una marcha conmemorativa en el centro de la ciudad y el transporte de los familiares con los respectivos ataúdes a sus pueblos para dar un entierro digno a las víctimas.

Un sacerdote bendice los restos humanos en los ataúdes durante el acto oficial de restitución.

Antes de que se les entreguen los ataúdes, los familiares reciben los certificados de defunción del Ministerio Público.

Este certificado constituye un documento importante para los familiares, ya que con él ahora podrán, por ejemplo, resolver asuntos de herencia o financieros, volver a casarse o reconocer a los hijos.

Después de la misa de conmemoración en la catedral, los féretros son llevados en una marcha de memoria alrededor de la plaza central de Ayacucho. En sus discursos, los familiares exigen justicia, reparación y sanción a los responsables.

Transporte de los ataúdes a Chungui

El transporte de los ataúdes con los restos de los desaparecidos identificados a sus comunidades de origen en Chungui también conlleva numerosas dificultades. Muchas de las compañías de autobuses se niegan a transportar ataúdes con cadáveres porque creen que trae mala suerte. A veces, a los familiares tan solo les queda la opción de facturar los ataúdes vacíos como equipaje de bodega y transportar los restos mortales en bolsas de plástico como equipaje de mano sin que se note. De otro modo, tendrían que contratar costosas empresas de taxi y transporte o pedir ayuda a las autoridades locales u organizaciones de la sociedad civil.

Para los familiares, el apoyo humanitario del CICR es de gran importancia. Su ayuda financiera para cubrir los gastos de viaje y alimentación también forma parte de la amplia gama de ayudas que ofrece.

La organización del transporte de regreso requiere a veces un gran compromiso financiero, pero también creatividad.

En este caso, varias organizaciones aportaron sus camionetas para transportar los ataúdes con los restos humanos. Los propios familiares hicieron la mayor parte del primer tramo del viaje en minibuses (en la foto, al fondo).

En Chungui aún siguen activos tanto „Sendero Luminoso“ como el crimen organizado, por lo que todavía hoy existe un estado de emergencia que conlleva controles militares en las carreteras. Estas circunstancias, sumadas a la lejanía de Chungui, hacen que solo unas pocas organizaciones trabajen en la zona. Es por ello que el acompañamiento de una organización internacional como el CICR juega un papel especial, y no solo para obtener protección en el camino.

No todos los lugares son accesibles con vehículos motorizados. Algunos familiares deben llevar los ataúdes a pie hasta sus comunidades de origen.

Velatorio

Tras llegar a Chungui, los ataúdes fueron llevados al centro comunitario. Familiares y pobladores pasaron la noche allí para rezar y despedirse de sus deudos.

Velatorio nocturno en el centro comunitario.

A la mañana siguiente, los familiares abren los ataúdes para ordenar los huesos, que han sido sacudidos durante el viaje, los cubren con un paño, colocan flores y se despiden de ellos antes de volver a cerrar los ataúdes.

En algunos ataúdes hay bolsas de plástico que contienen ropa y otros objetos de las víctimas, como bolígrafos o monedas que se encontraron durante los trabajos de exhumación. Los familiares no pueden guardar nada de esto como recuerdo. Todo lo que se encuentra en las bolsas – al igual que los restos óseos – es considerado evidencia que debe permanecer en el ataúd en su totalidad, para el caso de que se requiera una nueva exhumación en el trascurso de las investigaciones penales.

Inhumación

Los desaparecidos reciben un entierro digno en el cementerio de la comunidad. Para los familiares, este momento significa la conclusión de la búsqueda de sus seres queridos. Ahora tienen un lugar donde pueden visitarlos, hablar con ellos, llevarles flores y comer y celebrar con ellos el Día de Todos los Santos.

Como consecuencia del conflicto armado interno, las costumbres tradicionales dejaron de celebrarse en muchos lugares. En algunos pueblos, los sobrevivientes y retornados intentan ahora revivir viejas costumbres, como los ritos funerarios.

En el caso de Oronccoy, se enterraron los restos de 64 personas, aunque solo 17 de ellas pudieron ser identificadas. En el caso de tres personas, los familiares reconocieron la prenda expuesta. Las otras 44 personas fueron enterradas con códigos en nichos para poder identificarlas más adelante.

Un familiar entierra a varios miembros de su familia en el cementerio comunitario de Oronccoy. Gracias al apoyo financiero del CICR, se construyeron 80 nichos para este entierro.

Una característica tradicional de Oronccoy es que, tras los funerales en el cementerio, la gente canta y baila al son de las mandolinas. Con ello se pretende brindar al difunto alegría, paz y tranquilidad para su vida eterna.

Epílogo

Según el último informe del RENADE, en Perú se ha completado la búsqueda del 7,4% de las 21.918 personas desaparecidas: sea porque sus restos mortales han sido hallados y entregados a sus familiares, sea porque han sido encontradas con vida (39 personas), o porque su búsqueda ha concluido simbólicamente tras agotarse todas las posibilidades de búsqueda.

La búsqueda de todas las demás personas desaparecidas continuará durante mucho tiempo. En aproximadamente el 30% de los casos, se conoce la identidad y la suerte de la persona desaparecida y existen indicios sobre su paradero. Ello incluye a las personas asesinadas cuyo lugar exacto de entierro no se conoce con certeza y a las personas asesinadas que fueron enterradas en fosas clandestinas cuya ubicación se conoce aproximadamente. Para alrededor del 6% de los desaparecidos, no es posible determinar dónde se hallan sus restos, ya que sus cuerpos fueron abandonados en montañas y barrancos o arrojados a ríos. En aproximadamente el 34% de los casos, no se conoce ni la suerte ni el paradero de la persona desaparecida. Esto afecta en particular a las personas detenidas o reclutadas forzosamente. Para otro 17% de los casos registrados, se dispone de muy poca información que permita clasificarlos.

Para más información sobre las atrocidades cometidas en Chungui durante el conflicto armado interno y su repercusión, se recomienda la película documental „Chungui: Horror sin Lágrimas. Una historia peruana“ (español/quechua, ST en español). Uno de los protagonistas y narrador del documental es Edilberto Jiménez Quispe, quien también es autor de este fotoreportaje.

El documental está basado en el libro de Edilberto Jiménez Quispe „Chungui. Violencia y Trazos de Memoria“, en el que retrata la violencia en Chungui a través de 98 ilustraciones y testimonios. Este libro, dividido en capítulos individuales, puede descargarse de la página web del Lugar de la Memoria en Lima/Perú:

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